EL POTENCIAL TRANSFORMADOR DE LA COMPRA PÚBLICA DE ALIMENTOS PARA CREAR SISTEMAS ALIMENTARIOS MÁS RESILIENTES

Los sistemas alimentarios desempeñan un papel crucial en la salud de nuestro planeta. Desde la producción hasta el consumo, influyen en la sostenibilidad medioambiental, la salud pública y el desarrollo económico. Las decisiones que tomamos dentro de nuestros sistemas alimentarios tienen repercusiones de gran alcance, que afectan desde la biodiversidad y la salud del suelo hasta las emisiones de gases de efecto invernadero y la equidad social. Un sistema alimentario sostenible es la piedra angular de un futuro próspero.

En la Unión Europea (UE) existe un claro compromiso para avanzar en la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles, saludables y justos que respeten los límites planetarios. Este compromiso está plasmado en el marco político Food2030 de la UE, en el que «Sistemas alimentarios que apoyen un planeta sano» es uno de sus cuatro pilares. Este pilar hace hincapié en la importancia de desarrollar y aplicar enfoques innovadores que apoyen y promuevan sistemas alimentarios resilientes y respetuosos con el medio ambiente que puedan adaptarse al cambio climático, preservando los recursos naturales, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero, impulsando la biodiversidad y garantizando ecosistemas y suelos sanos, así como fomentando la agricultura, ganadería y pesca sostenibles.

La compra pública de alimentos está reconocida como una herramienta estratégica para dirigir el sistema alimentario hacia la sostenibilidad y fomentar hábitos alimentarios más saludables. Esto se debe tanto a la gran cantidad de alimentos adquiridos por el sector público como a su capacidad para influir e inspirar un suministro de alimentos más sano y sostenible. Al fomentar la innovación hacia productos más respetuosos con el clima, más sanos y de origen vegetal, reducir el desperdicio de alimentos y aumentar el consumo de productos ecológicos – que la UE destaca como parte de un sistema alimentario sostenible en general -, la contratación pública tiene el potencial de marcar una enorme diferencia en los sistemas alimentarios europeos.

Los pequeños cambios que pueden introducir los ayuntamientos y los gobiernos autonómicos y nacionales en los pliegos de condiciones de las licitaciones públicas alimentarias pueden ser el factor decisivo que contribuya a encauzar el sistema alimentario en una dirección más sostenible. Mediante la integración de criterios que den prioridad a la elección de alimentos nutritivos y respetuosos con el clima, las personas responsables a nivel político pueden contribuir a cambios significativos en la producción primaria, tanto a nivel local como internacional, a través de sus estrategias de compra, promoviendo sistemas alimentarios que apoyen un sistema alimentario más resiliente, así como un planeta más sano.

Existen diversas experiencias que está utilizando la contratación pública como herramienta innovadora para impulsar la sostenibilidad en los sistemas alimentarios y apoyar un planeta sano en su ciudad, al mismo tiempo que favorece la participación de pequeñas y medianas empresas y personas productoras de alimentos.

Por ejemplo, la ciudad de Gante (Bélgica) opta por utilizar el término «cadena de suministro corta» en lugar de «local» cuando habla de sus propias compras. La cadena de suministro corta consiste en eliminar eslabones intermedios innecesarios que no añaden valor. Así, se pasa de una definición subjetiva de qué proveedores son «suficientemente locales» para comprarles bienes o servicios, a un planteamiento más objetivamente justificable, en el que la atención se centra en obtener la mejor relación calidad-precio, un enfoque mucho más acorde con las normas y principios europeos de contratación. Este enfoque les permite llegar a proveedores que producen más cerca de casa sin distorsionar la competencia y se esfuerzan por pagar un precio justo al agricultor/productor.

Desde el año 2018, Dordoña (Francia) también ha puesto en marcha un proyecto para proporcionar comidas escolares 100% ecológicas, locales y caseras, desarrollando cadenas de suministro cortas y ofreciendo oportunidades de mercado a los pequeños productores locales; creando. así, una comunidad alimentaria en torno a las escuelas y los productores locales. La formación al personal de cocina ha sido clave, al igual que lo fue en uno de los ejemplos más conocidos: Copenhagen.

En Copenhague, las cocinas municipales preparan más de 115.000 comidas diarias, principalmente en centros educativos (desde escuelas infantiles hasta institutos), residencias de mayores y albergues para personas socialmente vulnerables. En 2019, la ciudad introdujo una nueva estrategia alimentaria con el objetivo de reducir la huella de carbono de las comidas asociadas al servicio de comidas en el municipio en un 25 % antes de 2025. Para alcanzar sus objetivos de comidas saludables y respetuosas con el clima, el municipio utiliza las licitaciones alimentarias como herramienta para promover un cambio sostenible en el sistema alimentario. Por ejemplo, la introducción de criterios y objetivos sostenibles, como abastecerse de un 90% de alimentos ecológicos, fomentar el transporte respetuoso con el medio ambiente, frenar el desperdicio de alimentos y asignar un peso climático, son componentes integrales de la estrategia de contratación de la ciudad. Y en 2023, más de un año antes de lo previsto, el municipio ha alcanzado su objetivo para 2025 con una reducción del 25% del impacto climático de sus compras de alimentos.

Como componente adicional de su estrategia de contratación, el Ayuntamiento de Copenhague se centra en abrir sus licitaciones a las pequeñas y medianas empresas (PYME) y a las personas productoras locales. Este enfoque es un esfuerzo dirigido a garantizar la relación calidad-precio, potenciar la estacionalidad y la diversidad y fomentar un sistema alimentario más resistente, al tiempo que se mejora la competencia en el mercado.

Además, la ciudad también busca el «valor añadido» de comprar directamente a las PYME y a las pequeñas personas productoras vinculando el suministro de alimentos a la educación, concretamente, introduciendo criterios de contratación innovadores, estipulando que quien gane el contrato debe estar dispuesto a impartir sesiones educativas para la ciudadanía, ofreciendo la oportunidad de visitar su finca y participar activamente en el proceso de producción alimentaria.

Este enfoque práctico no sólo ejemplifica la aplicación práctica de prácticas de contratación sostenibles, sino que también mejora la comprensión de los niños y las niñas sobre el cultivo (agroecológico) de los alimentos, permitiéndoles comprender los entresijos de la producción y el viaje de la granja al plato, para asentar las bases de un sistema alimentario más sostenible y resistente.

De todas estas experiencias se nutre el proyecto europeo SchoolFood4Change, en el que la compra pública de alimentos se perfila como una herramienta fundamental y estratégica para remodelar el curso de los sistemas alimentarios. Al dar prioridad a los criterios sostenibles e incluir la participación de las PYME, sentamos las bases de un planeta más sano para las generaciones venideras.

Sobre este tema y otros muchos debatiremos en nuestra Jornada «Cambiar la alimentación de las escuelas. Alimentar un futuro mejor», que tendrá lugar el 15 de octubre en Valencia. Si todavía no te has inscrito, ¿a qué esperas para hacerlo?