VISITAR LOS MERCADOS MUNICIPALES: GRANDES BENEFICIOS PARA EL ALUMNADO DE LAS ESCUELAS INFANTILES

En la ciudad de Zaragoza se contabilizan 45 mercados (solo tres 3 de titularidad pública (Mercado de Lanuza, Mercado de San Vicente de Paúl y Mercado de Valdespartera), que están abiertos prácticamente todos los días del año. Los mercados no sólo son centros de productos frescos, de temporada y de proximidad, algunos vendiendo incluido productos de nuestra Huerta Zaragozana, sino también una increíble oportunidad de aprendizaje para los niños y las niñas. Tanto si van de excursión con sus escuelas como si van con sus familias, estos animados mercados ofrecen toda una serie de ventajas a los más pequeños. Ventajas que estos días numerosos niños y niñas de las escuelas infantiles municipales de Zaragoza (y algunas de sus familias) están disfrutando. Estas visitas que llevan realizándose durante años, este año se enmarcan dentro de las acciones del proyecto SchoolFood4Change (SF4C), en concreto de los Días de Comedor.

El proyecto SF4C está convencido de que las escuelas desempeñan un papel vital en el proceso de lograr un cambio estructural y saludable en nuestros patrones alimentarios. Al fin y al cabo, al iniciar y concienciar a los jóvenes en hábitos alimentarios saludables tanto para ellos como el planeta a lo largo de su etapa escolar, éstos lo extienden a su comunidad y a las generaciones venideras.

VENTAJAS DE VISITAR LOS MERCADOS

Una de las ventajas más notables de visitar los mercados municipales es la oportunidad que brindan a los niños y las niñas de ampliar su vocabulario. Con una gran variedad de frutas, verduras y productos caseros expuestos, los más pequeños están expuestos a una gran variedad de palabras y términos nuevos. Pueden aprender sobre los distintos tipos de productos, cómo crecen e incluso descubrir términos únicos relacionados con el comercio. Mientras familiares y educadores les guían por el mercado, los menores absorben estos nuevos conocimientos, ampliando su vocabulario y construyendo una base más sólida para el desarrollo del lenguaje.

Además, asistir a un mercado puede tener notables beneficios sociales y emocionales para los niños y niñas. Estos mercados ofrecen un entorno ideal para que los menores se relacionen con otras personas de su comunidad, fomentando habilidades sociales como la comunicación, el intercambio y la cooperación. Esta interacción social ayuda a los niños y las niñas en estas edades a desarrollar un sentido de pertenencia y comunidad, mejorando su bienestar emocional.

Los mercados municipales también pueden servir de plataforma práctica para introducir las habilidades matemáticas básicas más allá de los confines de un aula. Los niños y niñas pueden aprender a contar, clasificar y medir mientras observan las cantidades y los precios de los distintos artículos. Entablar conversaciones con ellos sobre el coste de la fruta o la cantidad de huevos les ayuda a asimilar conceptos matemáticos fundamentales en un contexto real.

Además de los numerosos beneficios antes mencionados, los mercados de nuestra ciudad ofrecen una oportunidad ideal para que los pequeños exploren y comprendan las diferencias entre diversos grupos de alimentos. Mientras pasean por los puestos del mercado, los niños y las niñas pueden observar e identificar las características que distinguen las frutas de las verduras, las legumbres, los cereales, la carne, el pescado y otros grupos de alimentos. Pueden aprender que las frutas suelen ser dulces, proceden de plantas con flores y contienen semillas, mientras que las verduras se derivan de distintas partes de las plantas y pueden incluir raíces, tallos y hojas. Explorar estas distinciones en los mercados, de la mano de las personas que los comercializan, permite a los niños y a las niñas examinar visualmente y comparar los distintos productos expuestos, desarrollando sus habilidades de clasificación.

Involucrar al alumnado en debates sobre los distintos grupos de alimentos y sus beneficios nutricionales mejora aún más su comprensión. Las familias y educadores pueden fomentar conversaciones sobre la importancia de cada grupo de alimentos para mantener una dieta saludable, destacando las vitaminas, minerales y fibra que aportan. Al participar activamente en estas conversaciones, los niños y las niñas empiezan a tomar conciencia del valor nutricional de los distintos alimentos y de la importancia de una dieta equilibrada.

Al sumergirse en el variado mundo de productos y mercancías del mercado, su comprensión mejora, allanando el camino para una apreciación de por vida de los hábitos alimenticios saludables tanto para ellos y ellas mismas, como para el planeta.

DEL MERCADO AL CENTRO ESCOLAR

Inspirados por sus experiencias en el mercado, los niños y las niñas de las escuelas infantiles pueden incluso crear su propio minimercado dentro de sus escuelas. Pueden utilizar su imaginación y cultivar frutas y verduras en el patio de recreo. Este enfoque práctico y activo permite a los niños y las niñas asumir el papel de personas productoras, vendedoras y consumidoras, fomentando la creatividad, la cooperación y la capacidad de resolver problemas. A través de este juego imaginativo, desarrollan una comprensión más profunda del entorno del mercado y se sienten orgullosos de sus propios logros.

Para ampliar la experiencia de aprendizaje más allá de la visita al mercado, el alumnado puede participar en actividades enriquecedoras que refuercen su comprensión de los distintos grupos de alimentos. La lectura de libros ilustrados sobre frutas, verduras y cereales puede ampliar sus conocimientos y despertar su imaginación. A través de historias atractivas e ilustraciones vibrantes, los niños y las niñas pueden explorar las características, los beneficios y el significado cultural de los distintos alimentos.

Las actividades artísticas centradas en los alimentos también pueden incorporarse al proceso de aprendizaje. Los niños y las niñas pueden crear coloridos collages con imágenes de frutas y verduras, lo que les permite expresar su creatividad al tiempo que refuerzan su comprensión de los distintos grupos de alimentos. También pueden participar en actividades sensoriales, como estampar verduras o pintar frutas, en las que utilizan las formas y texturas naturales de los productos para crear obras de arte únicas.

Además, la compra de productos en el mercado ofrece la oportunidad de degustar los productos. Por ejemplo, si compran sandía, pueden cortarlas, separar las semillas y comerlas en grupo, inventando maneras de prepararla para hacer una ensalada o un postre. Esta actividad no sólo mejora su comprensión de la categoría de la fruta, sino que también les introduce en las habilidades básicas de la cocina, el seguimiento de instrucciones y el trabajo en equipo. Estas actividades fomentan una conexión más profunda con los alimentos que consumen y permiten a los niños y las niñas apreciar el proceso de preparación de las comidas.

Combinando literatura, arte y actividades culinarias, el alumnado puede consolidar su comprensión de los grupos de alimentos, ampliar su vocabulario y desarrollar habilidades esenciales para la vida. Estas ampliaciones de la experiencia del mercado mejoran su aprendizaje general y crean experiencias memorables y multisensoriales que les conectan con el mundo de la alimentación de forma significativa.

En conclusión, los mercados municipales son espacios que ofrecen a los niños y las niñas en edades tempranas una experiencia educativa enriquecedora que va más allá de la simple compra de productos frescos. Estos mercados sirven como entornos de aprendizaje dinámicos en los que los menores pueden ampliar su vocabulario, desarrollar habilidades sociales, aprender conceptos matemáticos básicos e incluso recrear la experiencia en sus propios entornos educativos. Así que, la próxima vez que se presente la oportunidad, lleve a sus pequeños a un mercado municipal y sea testigo del increíble crecimiento y aprendizaje que pueden desarrollarse en estos vibrantes espacios. Aunque para esto, primero es necesario que los mercados de nuestra ciudad sigan vivos y sus puestos sean cada vez más numerosos.

La única responsabilidad por el contenido es de los autores. El contenido no refleja necesariamente la opinión de la Comisión Europea. La Comisión Europea tampoco es responsable del uso que pueda hacerse de la información contenida en el mismo.